lunes, 22 de noviembre de 2010
Tierno, tierno
Las pelis de amor son una pérdida de tiempo.
Se pueden agrupar (por lo menos yo las agrupo) en dos grupos. En primer grupo, el romance que pasa fotograma tras fotograma, el chico (pocas veces chica) conquista a su amor verdadero con una gilipollez detrás de otra. Que si aparece bajo la ventana de su casa con una banda de mariachis que han cruzado la frontera arrojando sus gallumbos a la alambrada para no clavarse el alambre de espino, que si la pinta desnuda en un sillón perdido en medio del atlántico norte, que si la muele a palos y le inyecta heroína para que trabaje de putilla en los húmedos muelles de Baltimor...
En el segundo grupo el prota la conquista y punto. No te dicen como. Llega, se sienta en la silla de un bar, echa una mirada a la barra y allí esta una rubita mona poniéndole ojitos y la escena siguiente es ella gritando cochinadas, y según mi experiencia personal las tías no suelen gritar cochinadas.
Quiero llegar a la conclusión que no se puede aprender a ligar, que se te puede dar mejor o peor... pero que poco puedes hacer para pasar de un cero a la izquierda a ser la polla de dios. Normalmente chico conoce a chica, se gustan sin razón concluyente y luego viene el sexo y esas cosas. No conozco a nadie que haya buscado a una mujer entre el mar de almas que es esta vida solo para enamorarse de ella. Y es así porque todo el mundo tiene la misma idea preconcebida de su media naranja: guapa, simpática, lista pero no mas que tu, con dinero, que le guste a tus padres, que le guste a tus amigos, que sea buena en la cama y que vaya mejorando con la edad. Básicamente las virtudes, valgame la redundancia, son buenas, con lo que hay que lidiar es con los vicios y defectos, y estamos colmados de ellos. Por eso el conformismo es una buena opción.
Etiquetas:
Aburrimiento,
Reflexiones
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