Y un día te fuiste sin decir nada, ni un adiós, ni un susurro, ni una nota, ni una mirada. Solo me dejaste pinta uñas en la nevera y tu lado de la cama. Nunca te entendí, nunca. Cuando te encontraba por la calle borracho y me acercaba a ti y a tus amigas que nunca me presentaste y te decía que había echado de menos toda aquella larga semana y tu, siempre silenciosa, me mirabas y sonreías pensando una retahíla de envenenadas palabras, un porqué del que no quisieras verme, del como no volver a verme.
Siempre te preguntaba que coño te pasaba, y ya lo se, supongo que era yo, que simplemente no te gustaba, que cuando llegaste a conocerme te aburrí en sobremanera, que por mucho que me esforcé en hacerte sonreír solo recibía media carcajada, como por inercia, mitad esfuerzo y mitad desprecio.
En verdad comprendo que simplemente te sublimaras, no existe una buena forma de dejar a nadie, la verdad es que prefiero ahorrarme el disgusto de saber el porqué me has dejado de lado. De escuchar un cúmulo de mentiras, tópicos y frases hechas que te excusen de cualquier daño que puedas causarme.
Me gusta pensar que me echarás de menos, que cuando encuentres solamente cabrones desalmados que te susurren mentiras al oído, pensarás lo bien que estabas conmigo. Pero se que no, que tu eres esa cabrona desalmada que recibe y no da.
Ahora me acuesto pensando en ti, en tu cuerpo desnudo, me froto y termino envuelto en papel higiénico, jadeante, y me olvido de ti hasta que vuelvo a ir a la cama, has pasado a ser el recuerdo que alimenta mis erecciones, lo cual es mucho mas de lo que me han dejado el resto de mis amantes, así que gracias.