-¿Cuando puedes quedar?
-Puedo quedar casi siempre
-¿No estudias ni trabajas?
-Estoy estudiando, pero este curso tengo mucho tiempo libre
-Mira, yo por las mañanas no puedo... pero por las tardes si puedo casi todas...
La señorita, aunque sería mas correcto decir señora por eso del matrimonio y los rituales milenarios, me había abordado mientras miraba como los demás leían en el café de las letras, yo llevaba un libro en la mochila, pero me siento estúpido leyendo en una cafetería.
-Yo las tardes puedo quedar los lunes, martes y viernes
-Estupendo
-Y bueno, los fines de semana también, claro
Entré para esperar a Irene, una chica mona de pequeños pechos y labios definidos. Habíamos quedado para conocernos mejor, yo tenia la esperanza que nos conociéramos mejor en mi cama, aunque su cama también era un lugar igual de bueno. Me senté en un cómodo sillón estampado en cuadros rojos y verdes en frente de una mesita de madera y vidrio con un solo cenicero, pulcro, en el centro de ésta. Una señora de cuarenta y cuatro años entró en el local. Medía sobre el metro setenta, tenía el pelo corto y negro, delgada y de porte elitista, como si un falo erectizante hubiera sido puesto por Dios en su cavidad rectal solo para que la gente la admirase mas. Vestía una botas negras altas de tacón corto, unas medias marrones que supuse que ocultaban las varices y agujeros de bala. Falda por encima de las rodillas y una blusa blanca, iba descoquetamente coqueta, enseñando un escote desconcertante.
-¿Tienes algún sitio a donde podamos ir?
-Está mi piso, pero es compartido... preferiría no ir allí
-¿Hay mas gente?
-Si, están mis compañeros de piso, somos cuatro estudiantes
Se sentó en el sillón que estaba en frente. Dejó el bolso a un lado y llamó a la camarera. Ahora traigo lo tuyo. La llama quemó los yermos campos de nicotina y la ceniza golpeó el cenicero con un estruendo mudo. Su café, con leche, y el mio, solo, llegaron a la vez. Mientras fumaba y me miraba yo me encogía y me encogía.
-Si están tus compis mejor no ir allí
-Claro
-Aunque por mi no pasa nada, lo digo por ti, siempre puedes decir que soy tu tía
-Es poco probable que creyeran esa mentira
-Me lo imagino... te importaría si fuéramos a un hotel
-No, no me importaría
El mundo está loco. O ve demasiado cine. Tal vez sea que el cine ve demasiado mundo. La realidad supera la ficción, yo nunca lo creí, en la Guerra de las Galaxias salen sables de luz y planetas destruidos por la maldad de un hombre, en la realidad esas cosas no pasan, la ficción puede estar sustentada en el mundo real puesto que sale del pensamiento de personas reales, pero ello no quita que la ficción pueda ser, potencialmente, mayor que la realidad.
-¿Que edades tienen tus amigos?
-Todos tienen mi edad
-¿Y a ellos no les gustaría jugar un rato también? Tengo una amiga que si se lo digo se apuntaría...
-Creo que no estarían cómodos con la idea
-Nada, tu los conoces mejor
El teléfono sonó. Lo miró y le dio a una tecla, seguramente para silenciarlo. Apuró lo que le quedaba de café mientras el mio se enfriaba.
-Bueno, me tengo que marchar, era mi marido, está a punto de llegar a casa
-Vale, ya hablaremos
-Si, llámame en esa hora por favor
-Buenas noches
Mientras hablaba y reía junto a Irene una parte de mi mente iba reconstruyendo los hechos acontecidos en la cafetería. Apuntó su número de teléfono y nombre en una servilleta con una elegante letra con un boli bic mordisqueado.