Sé Friki

viernes, 22 de mayo de 2009

El Guerrero Tuerto


Un parche negro, ya blanco por el paso del tiempo, cubría su ojo diestro. Vestía ropas marchitas de mil otoños y un sombrero de paja proyectaba una sombra que le cubría el rostro. Iba descalzo por una penitencia que no recuerda porqué empezó. Una espada le colgaba del obi. Era un perro sin honor.

Erraba de pueblo en pueblo vendiendo su hoja, no al mejor postor, al primer postor. Vivía en la indigencia y mataba por un puñado de arroz. No tenía valor para quitarse la vida, así que se la quitaba a los demás. Cojeaba de una pierna y le faltaba un pezón. Una cicatriz de seis puntas le cruzaba la espalda. Comerciaba muerte.

Un día se encontró con un demonio, se llamaba Hagane no Oni, blandía un daisho blanco como la nieve y tres bocas sonreían. Hueso y hierro cubrían sus manos y el odio era solo una parte de su piel.

-He venido a matarte- dijo el ronin.

Una nube azul cubrió la luna sumiendo a los duelistas en una íntima oscuridad. El viento había dejado de soplar pero la hierba alta se mecía como por causa de una brisa.

-Aunque muera volveré a la vida, ya lo sabes, para mi el jigoku es solo una sala de espera.
-Eso no me interesa, he venido a matarte -repitió el ronin- lo que pase después no es asunto mio.
-Luchemos.

De un solo golpe el ronin fue vencido. Un negro corte cruzaba su torso. Retorcido de dolor el vagabundo sujetaba sus tripas con los antebrazos ensangrentados intentando volver a meterlas dentro, pero no podía.

-Siendo tan débil no entiendo porqué me has desafiado.
-Porque si te hubiera vencido hubiera vencido a mis demonios.
-Hubieran vuelto.
-Eso me daba igual, había venido a matarlos, lo que pasara después me traía sin cuidado.
-Cuentame tu historia, si me diviertes te llevaré al infierno para que luches contra todos tus demonios y los entierres para siempre, uno tras otro.
-Es un buen trato-dijo mientras una negra cucaracha se enredaba en sus intestinos- como todas las historias comienza por una mujer de un rostro tan blanco como la muerte.
-Vosotros mortales siempre con estupideces, pero continua, solo te quedan algunas horas de vida.