sábado, 28 de febrero de 2009
Besos en el parque
Había salido de entrenar y volvía a casa. Tenía los pies destrozados, en carne viva, por eso caminaba despacio cargando la bolsa de deporte al hombro. Hacía un día estupendo, una mañana soleada y ni una nube solitaria vagaba por el cielo. Me sentía muy vivo.
Como siempre que volvía a casa pasé por el parque que hay antes de cruzar la gran avenida. Allí vi a una pareja sentada en un banco, dando se lentos besos de enamorados. Hablaban y se besaban, de vez en cuando ella se reía. Pasé por debajo de ese extraño túnel que atraviesa el edificio y el cielo desapareció. Una mole de millones de toneladas de acero y hormigón se suspendía sobre mi cabeza. Salí de ese túnel cabreado con el mundo. Lleno de odio. Mis entrañas se habían reproducido y solo guardaba cosas feas en mi interior.
Vi a una mujer de unos cuarenta años salir del supermercado cargada con bolsas de la compra. Ella iba en la dirección contraria a mi. Ella estaba en un lado del paso de peatones, yo en el otro. Los coches zumbaban entre nosotros. Cruzamos, lentamente, no, rápido, pero a mi me pareció mucho tiempo, mucho. Cuando llegué a su altura, cuando nos cruzamos en medio de la gran avenida dejé caer la bolsa de deporte, me desplacé hacia un lateral con suavidad y hundí mi tibia en sus riñones. Impulsé con todo mi cuerpo haciendo fuerza con la cadera, empujando con la pierna de apoyo hacia la tierra. Salí corriendo hacia casa. Cuando me alejaba miré hacia atrás. La mujer se había arrastrado sola a la acera, nadie hizo nada. Un taxi arrambló las bolsas de la compra y mi macuto se rompió por la mitad esparciendo mis cosas por la calle.
Subí a casa. El corazón me bombeaba gasolina desenfrenadamente. Me miré en el espejo del baño y no me reconocí. Me lavé la cara y me volvía mirar. Era yo, hablé y me dije, ¿que has hecho? Yo no supe que responderme a mi mismo. Sabía lo que había hecho, pero no lo comprendía. Me desnudé y fui a mi habitación que durante algunas semanas había sido mi pequeño cubículo de existencia. Busque porno, del mas salvaje que pude encontrar y me consolé a mi mismo no buscando autocompasión y algo de comprensión. Lo que buscaba era tranquilizarme. Me dormí abrazado a mi mismo, hecho un ovillo en posición fetal.
Me desperté. Era tarde, era media noche. Fui al baño a lavarme la cara. Me miré al espejo y me dije a mi mismo si esta podía ser la forma de suplantar el vacío interior que me ha causado la perdida del wow.
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4 comentarios:
Sólo quería destruir algo bonito.
Silver Knights siempre estará abierto para tí.
Tio espero que no le dieses a nadie... no es propio de ti U_U
Tu si que has dejado el wow a lo grande!
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