Un Viernes

Ayer no iba a salir. Estaba cansado, solo me apetecía seguir leyendo, ver una película mala e irme a domir temprano, pero entonces aparecio ella.

Ella era la amiga de mi compañero de piso, habían quedado con otros amigos para ir a cenar fuera y salir de fiesta.

Yo estaba tirado en el sofá naranja leyendo, llevaba todo el día leyendo sin parar, ella apareció con su vestido hecho de viento, se le pegaba al cuerpo pefectamente, ese escote debería de ser delito. Intenté no mostrar esa cara de estupefacción que se me queda cuando veo cosas así, pero creo que no pude y ella se dio cuenta.

Me decía a mi mismo, a ver Tramp, no vayas, no conoces a nadie, ya no bebes, no pintas nada allí y está claro de que no vas a conseguir nada con ella. Ella seguía insistiendo e insistiendo. Efectivamente me dejé convencer y salí con ellos, con ella.

Fuimos a la cena, allí conocí a sus amigos. Esas cenas no son cenas ni son nada. Son un monton de jarras de sangría y medio bocadillo. Todos bebian sin parar menos yo. Mi política de no beber es muy dificil de llevar a buen puerto. Si nadie estuviera borracho yo estaría un poco fuera de lugar, yendo todo el mundo borracho estaba a años luz de encajar.

Luego llegó el botelleo, ahora era eones de distancia a la que me encontraba. Todos iban borrachos, hablando de estupideces, no es que me considere excesivamente culto, pero las conversaciones que había allí eran tan banales y estúpidas que me daban asco. Tener que hacerte pasar por alguien a que le interesan las chorradas típicas de una colegiala pero con una universitaria me irrita bastante, no he leido tantos libros, visto tantas películas, estudiando tanto distintas materias para terminar hablando sobre chorradas. Pero lo peor de todo no es eso, lo peor es tener que hacer que comparto opiniones parecidas sobre sus mierdas.

Al final, tras 3 horas de aguantar, con el culo helado, amargado por no querer beber, y viendo a 2 cocainómanos meterse empujones porque son unos cobardes y no se atreven a pelearse de verdad, nos fuimos a la discoteca.

En el garito no había mucha gente, pero en proporción había 4 tipos por cada chica, y bueno, en vez de chica mejor decir tia de 30 años. Al menos la música no era horrible.

Ella estaba allí, vestida con ese traje que conseguía que mereciera la pena estar allí haciendo el capullo. Ella se dedicaba a bailar con todos, iba de uno en otro, como abeja de flor en flor, cogiendo lo que quería de uno y yendose a por lo que quería de otro. Al final me tocó el turno a mi. Se acercó y me sonrió. En sus ojos se podía ver el alcohol que corria por sus venas. Se agarró a mi cintura y entonces sonó una canción, una canción de esas que hace que la lúz baje y todo vaya mas lento. Una canción suave, que habla de cosas bonitas, y ella estaba allí, borracha conmigo, bailando. Derrepente cambió la canción por otra de esas que hacen que todo se acelere y hacen que la gente salte, ella se separó de mi entusiasmada por esa canción. Yo me quede allí plantado, sin saber que hacer, sobrio perdido. Entonces pensé que en 20 minutos podría estar en casa.