Sé Friki

lunes, 6 de abril de 2009

Como me jode esperar


Aguantar, permanecer hasta que llegue, aguardar.

Es tarde y no ha aparecido, hace largo tiempo ya que la hora acordada pasó y David sigue ahí, esperando. Se siente estúpido ahí plantado, apoyado contra una farola que no funciona. La gente camina por delante de él, unos pocos lo miran de reojo, unas pocas lo miran a los ojos, pero él aparta la mirada, es algo tímido y no es capaz de aguantar la emoción que le producen esos ojos de mujer borracha.

Anochece y aun no ha llegado. David mira el reloj cada vez con menos impaciencia y mas resignación. Hace frío y no moverse provoca que se le enfríen los huesos. La gente sigue pasando, está en el centro de la ciudad, una calle llena de tiendas, de restaurantes y de bares, pero él ya no les presta atención. ¿Porqué tardará tanto en llegar? ¿Le habrá pasado algo? ¿Se habrá olvidado de mi?

Se ha sentado en el bordillo de la acera a esperar, le dolían las rodillas de estar ahí parado, podía sentir como envejecía a cada segundo, creía haber notado el momento en el que las células empiezan a no multiplicarse, el momento en el que empiezas a morir. Agacha la cabeza porque le duele el cuello de tanto girarlo para ver si llega, estira el brazo porque se le había quedado dormido. Una anciana le da una moneda.

Tumbado en los adoquines ha recordado cada momento de su vida, contando los buenos momentos y los malos también. Es extraño, pero los malos momentos los recuerda como buenos, le hacen gracia, los buenos momentos los deja pasar, ahora los echa de menos, le entristecen y los añora. Pasaron de largo y él no se fue con ellos. Se da cuenta de que en verdad su vida está hundida en la monotonía gris. Hizo muchas cosas, hizo siempre lo que quiso, pero eso no le dio a David plenitud en la vida, no le dio sentido, tampoco cree que encerrarse en un monasterio a rezar y meditar de a la vida de alguien ese valor que no conoce. David se pregunta que hay que hacer para que esperar no sea tan duro.

Empieza a nevar. Lentos copos blancos como los rostros de los muertos descienden lentamente como la mas guapa princesa que, despacio, baja las escaleras hasta el baile. David sigue sin moverse, la nieve empieza a cubrirle el cuerpo y él se saca un cigarrillo, pasa una cerilla por la lija y comienza a fumar. Ya no le importa el frío, solo quiere que llegue ya y se pueda marchar de ahí.

Al fin aparece. Es un tipo que viste elegante traje gris marengo de dos botones, calza zapatos negros de linea inglesa y no lleva corbata. Se inclina hacia David, con su mano enguantada en piel de cocodrilo le quita la nieve del rostro al tonto cubierto de blanco. Por fin apareces cabrón tardón -le dice David- me has hecho esperar mas de la cuenta. El Esperado con una fina sonrisa saca una pistola negra y pone una bala en el corazón de David. La espera ha terminado -le dice- todo llega amigo, todo llega.

1 comentario:

maria dijo...

Si no le hubieran hecho esperar no se habria dado cuenta de la espera de la muerte.